Cuando escriben sobre odio, imperio y otros demonios, muchos miran hacia el país insignia del centro de Norteamérica.
Si dices pobreza, imaginas a Haití de repente, y si transmiten en la tele: desespero, hambre, necesidad, migracion extrema, y la cruel xenofobia que se traduce de la misma, solo logras pensar en Venezuela.
Sin embargo...resulta que existe un país en nuestro hemisferio, que es el gran olvidado de la historia contemporánea, y para muchos es catalogado cual la plaga, como la peste. Cuatro letras que no dicen Roma ni Amor, una patria con nombre de mujer, de colores vivos, y de sangre ardiente, pero a su vez cuna de dictadores de un ingenio tenebroso. Una pequeña isla que después de 1959 eclipso toda su otrora grandeza (aun con vicios republicanos incipientes). Un país, que incluye "todas las menciones anteriores", muros y bloqueos internos, donde su propia gente se ataca cuando piensan diferente. Odio, imperio del mal y otros demonios, cuando su "desgobernante" de turno, se decide a expoliar países súbditos, en detrimento de pueblos foráneos, e incluso del suyo propio. Pobreza extrema evidente, cuando con menos de 1 dolar debes alimentar a una familia numerosa, haciendo magia para vivir el día a día; miseria humana solo comparada con el maldito conformismo de gran parte de su cansada gente. Una isla hermosa, eclipsada por el desespero,la necesidad, la emigración, dirigida incluso hasta para los países insignia de la pobreza clásica, y por ende, un imán de xenofobia que es resultante de un gentilicio, que a muchos les inspira o bien envidia, o bien lástima.
Es por eso que no me sorprende cuando es maltratado un cubano, que todos callen, y cuando ocurre algo similar con un mexicano, "todos seamos latinoamericanos". Como tampoco me es novedoso, que los que quieren sustituir muros por puertas, hagan un silencio ensordecedor, cuando se realizan deportaciones masivas de cubanos, desde países paradójicamente exportadores de migrantes propios.
No me sorprende, pero claro, por supuesto que me indigna, tanta hipocresía diplomática o religiosa, social o pseudonacionalista, tantas medias tintas, o tinteros vacios, la gran mayoria de las ocasiones, cuando se trata de Cuba. Legiones de débiles visuales y estrabismo colectivo, indiferencia selectiva, solo cuando de cubanos se habla.
Pues resulta que el problema se extiende, desde las altas esferas, organizaciones mundiales, países hegemónicos y defensores internacionales de derechos, hasta los seres autóctonos de muchas de las regiones distantes, donde emigra un cubano. Casi nadie denuncia la realidad terrible que vive nuestra gente, no es su problema, no les incumbe; a pocos les interesa el sufrimiento crónico de la nación con más de 60 años de atropello y desolación comunista; y esto ocurre hermanos míos, porque no logran entender en otros lares, la indiferencia y la sumisión de nuestro propio pueblo, la apatía política y los valores perdidos de esta generación, ante las inclemencias de un tornado decadente y vil, que nos reprime y ataca.
Nadie va a ponerse en nuestro lugar, estamos solos en esto. Solo contamos con Dios, si a Él logramos volver como pueblo. El juego no termina cuando logras escapar de esa bella isla cárcel, recién comienza. El gentilicio cubano no abre puertas, construye muros de indiferencia. La xenofobia tiene un capitulo especial cuando es por y para nosotros. La decadencia de valores, la falta de educación y de tacto, por un lado, o la inteligencia, carisma, y sabor único, por el otro, nos convierte en los nuevos judíos de América. Nos traduce en la antítesis que quiso expresar algún día el mejor de nosotros cuando escribió: "Dígase hombre, y se habrá dicho todos los derechos"... hoy en día, quien escuche el más digno de los gentilicios, paradójicamente entenderá, incluso dentro de nuestra misma Cuba, "Dígase cubano y se habrá descrito todas las fobias".
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