Eran aproximadamente las 8pm del sábado 16 de Abril , me encontraba en la sala de mi casa en Quito,
en familia , todos como siempre haciendo algo diferente, nadie disfrutando del
momento juntos, cual familia tecnológicamente moderna, y curiosamente yo me
encontraba en la PC leyendo orgullosamente mi publicación del día anterior en “14
y medio”…de repente comenzó a temblar.
No sabía si de pronto eran mis ganas de una Cuba libre las
que me hacían vibrar, no sabía en ese instante si había entrado una brisa, o
simplemente los adornos se movían porque algún camión había pasado cerca. Solo recuerdo
que escuche la voz de mi esposa que intentando entrar al baño desde la segunda
planta gritaba… ¡Temblor! … Y si, la casa parecía que bailaba al compás de un
ritmo andino. Todos en el barrio salen a la calle. Gente prácticamente desconocida
, de esas que viven a tu lado y no se dicen ni hola, se daban compañía tras el apagón consecuente, y
bajo el frio cielo quiteño , los niños lloraban el miedo de sus padres. Nunca pensé
que 1 minuto de desesperación podía parecer tanto tiempo. Fue escalofriante,
una sensación de impotencia y desespero iba llenándome de a poco, no había sentido
un temblor así , y al rato , luego de ver las noticias , mis sospechas se
confirmaban , no fue un simple sismo, fue un terremoto 7.8 grados en la sismológica
escala de Richter. Son cosas que solo ves en películas. Lo más peligroso que ha
vivido un cubano en la isla es un huracán , pero esto, sinceramente hay que
vivirlo.
La costa ecuatoriana , una de las 4 regiones del Ecuador
junto a la Sierra, Amazonia y Galápagos ,fue el lugar más afectado, el
epicentro ocurrió en un punto limítrofe entre las provincias de Esmeraldas y Manabí
, y una región playera y turística llamada Pedernales , ha quedado casi
totalmente en ruinas. Mucho más de 200 fallecidos hasta el momento, miles de
heridos, 5 cubanos desaparecidos que se encontraban en la zona costera, y todo un país consternado; desde 1979 no sufrían
algo así. Puentes caídos, autos destrozados, edificios derrumbados, y lo peor,
gente atrapada entre los escombros, el rostro de la miseria humana en cada
entrevista o reportaje , el dolor de todo un pueblo llegando a cualquier
cantidad de corazones.
Fue entonces que llegó el asombro, y sí, les confieso que aún
estoy estupefacto, toda la capital se reunió en diversos puntos, para recoger donaciones,
desde iglesias, alcaldía, hasta tiendas; todo Quito se unió como pocas veces
hemos de volver a ver. Se hizo sentir el dolor ajeno a una expresión pocas
veces vista antes, y codo a codo trabajamos extranjeros y nacionales, cual si
la xenofobia que hasta ayer mismo combatimos, cada vez que se pedía trabajo o
incluso a la hora de arrendar una vivienda, nunca hubiese existido. Cadenas humanas , mano
a mano de víveres humanitarios , camiones y buses llenos de esperanza y
altruismo ; hombres y mujeres dispuestos a salir de voluntarios hacia los
lugares damnificados, y una comunidad cubana, que lejos de pedir, hoy se ofrece
a dar. En días así no hay política, no hay rencores, solo deseos de ayudar y
ganas de vivir.
Nos pasamos la vida preocupándonos por cosas vanas, nos
olvidamos que el ahora es más importante que un futuro incierto, si no lo has pensado, todo podría terminar
antes del amanecer.
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